Encarnación Aragoneses Urquijo (Madrid, 1886-1952), más conocida como Elena Fortún, había alcanzado una gran popularidad en los años 30 gracias a sus narraciones protagonizadas por Celia, alguna de las cuales llegó a representarse sobre las tablas. La popularidad de este y otros personajes se mantendría en España incluso durante la dictadura de Franco, gracias a la editorial Aguilar, que siguió publicando, aun con serias dificultades por parte de la censura, tanto sus narraciones como sus obras de teatro. Aunque menos conocidas que sus relatos, Fortún había escrito y publicado, con anterioridad al levantamiento fascista, hasta doce obras de teatro para niños, además de estrenar comercialmente varias de ellas. En 1939 se exilia, junto a su marido, el militar republicano y dramaturgo Eusebio de Gorbea, en Argentina, abandonando a partir de entonces la escritura teatral. Tal como ha estudiado Mª Jesús Fraga, la continuidad de su actividad como escritora en el exilio está muy vinculada a la figura de su editor, Manuel Aguilar, que contaba con una filial en Buenos Aires; al parecer, este le insta a seguir entregándole nuevas obras, con las que obtiene importantes beneficios, mientras que no existe una demanda similar por parte del mundo de la escena para que entregue textos dramáticos. De hecho, no tenemos noticia de que a partir de 1939 llegara a estrenarse ninguna de las obras que escribió con anterioridad, ni dentro ni fuera de España.
Así pues, la presencia de su teatro durante los años del exilio se limita a la reedición de piezas anteriores a la guerra1. En 1948 se publica en Buenos Aires, por la editorial Aguilar, el tomo Teatro para niños. (Once comedias)2, en el cual falta una pieza, Una aventura de Celia, que sí estaba en la edición de 1942: “quizá por ser la que había tenido más problemas con la censura en la primera edición” (Sotomayor, 2014). No obstante, el éxito de sus libros fuera de España es limitado, tal como señala Mª Jesús Fraga, lo que contribuirá a reafirmar en la escritora el deseo de volver (2013, 266)3. En la primavera de ese mismo año de 1948 regresa a España; por entonces muestra su deseo de continuar escribiendo narrativa y de fundar una revista infantil, pero la escritura teatral parece definitivamente apartada de sus proyectos.
1 El conjunto de todas ellas se editó en un volumen titulado Teatro para niños poco antes del estallido de la contienda (Fortún, 1936). Las piezas en cuestión eran: Las narices del mago Pirulo, El palacio de la felicidad, Moñitos, La bruja Piñonate, Miguelito, posadero, Circo a domicilio, El milagro de San Nicolás, Caperucita encarnada, La hermosa hilandera y los siete pretendientes, Una aventura de Celia, El manto bisiesto y Luna lunera. La edición de 1942 recogía también estas doce piezas en un acto. Además, Fortún estrenó varias adaptaciones basadas en las aventuras de su personaje más célebre, Celia, en salas privadas, como el Teatro Paloma de los marqueses de Luca de Tena, o el Guiñol de la Comedia de Donato y Bartolozzi.
2 La mayoría de estas piezas se habían publicado en Gente menuda y alguna se había representado. Ahora se reúnen en un volumen ilustrado por Dubon y con un prólogo dirigido a los niños, donde la autora explica su deseo de ofrecerles unas obras que puedan representar en su casa o en el colegio, junto con otras “que estarían más en su lugar en el teatro por ser más complicadas, y otra que fue escrita para representarla con muñecos de Guiñol y para ser alegría y entretenimiento de niños muy pequeños”. (Fortún, 1948, p. 7; apud. Sotomayor, 2008, 106).
3 M. J. Fraga relaciona este hecho con la crisis editorial que Argentina vivía por entonces (Ibíd.).