Conocida sobre todo por su actividad como crítica literaria en distintos diarios y revistas españolas, así como por sus novelas Los que se fueron (una de las primeras sobre el exilio publicadas en España, en 1957) y Víspera del odio (1959), en los años sesenta Concha Castroviejo (La Coruña, 1910-Madrid, 1995) inicia una labor como escritora de literatura infantil, fruto de la cual serán varias obras narrativas1 y la pieza teatral breve El jardín de las siete puertas, subtitulada Diálogo escenificable.
Esta obra, la única de teatro infantil que llega a escribir, se publica en España a comienzos de los años 60, cuando la autora ya ha regresado de su exilio en México (que transcurrió entre 1939 y 1949). Dicha pieza cerraba un conjunto de cuentos del mismo título, con el que Castroviejo obtuvo el Premio Doncel de Literatura Infantil en 1961. Tal como señala Gregorio Torres, en esta obra “se hace un brindis por la ilusión, que salva, frente a la condena de los que no son capaces de dejarse llevar por ella”. Este estudioso resume así su argumento:
Dos hospicianos que se escapan de su reclusión y se encuentran en su huida a la vieja Marconia que espera la vuelta del pintor que le cree el jardín de los sueños, el paraíso perdido y recuperado, e invita a los niños a que le acompañen en la espera. Uno lo hace, y se acaba escapando –salvando– por la puerta de la ilusión; el otro la rechaza, y acaba volviendo amarrado al lugar de donde había huido.
“Tal vez –señala Torres Nebrera– la fe no mueva montañas, pero sí abre pasadizos de esperanza en el muro de la realidad” (2012, p. 231).
1 Entre ellas, Los días de Lina (Ed. Magisterio Español, col. Novelas y Cuentos, 1971).